China, Vietnam y Bangladesh lideraron el ranking de proveedores al concentrar de forma conjunta el 50%. Les siguieron India, Indonesia, Camboya, Honduras, México, Nicaragua y Pakistán. Los crecimientos más altos fueron los de Nicaragua (43%), Bangladesh (36%), India (35%), Indonesia (35%) y Camboya (28%).
Según The Office of Textiles and Apparel (OTEXA), en el 2022 las importaciones de prendas de vestir de EE. UU., procedentes de Perú, ascendieron a US$ 967 millones (crecimiento de 29%) y fueron en 4 categorías.
La principal fue «prendas de vestir de algodón», seguida de «prendas de vestir sintéticas», «prendas de vestir de lana» y «prendas de vestir de las demás fibras», que crecieron 28.5%, 29.8%, 22.2% y 158.5%, respectivamente, en comparación con el 2021.
El presidente del Comité de Confecciones de ADEX, Juan José Córdova, resaltó el potencial de las prendas de telas sintéticas en EE. UU. “Hace 20 años, 2/3 de los consumidores de ese país demandaban las elaboradas con algodón y solo 1/3 preferían las de telas sintéticas. Ahora está dividido 50/50”, indicó.
Asimismo, si bien la participación peruana (1%) aún es muy pequeña en comparación a otros países, existe una evolución sostenida en los últimos años: US$ 647 millones en el 2018 (0.78%), US$ 660 millones en el 2019 (0.79%), US$ 513 millones en el 2020 (0.80%), US$ 752 millones en el 2021 (0.92%) y US$ 967 millones en el 2022 (1%).
Se debe indicar que en los últimos años los despachos de ambas líneas (algodón y sintéticos) evolucionaron de forma favorable; sin embargo, por monto US$ FOB la más importante es la primera.
De acuerdo a las estadísticas de la Gerencia de Manufacturas del gremio, el año pasado la importación de prendas de algodón de EE. UU. de procedencia nacional sumó US$ 714 millones y las de fibras sintéticas US$ 207 millones. Otras fueron las de lana y de las demás fibras (montos menores).
Panorama complicado
Córdova mencionó que en condiciones normales (dependiendo si son medianas o grandes), las empresas estadounidenses podían costear entre 5 a 7 meses de inventario, pero por el alto costo financiero generado reducirían sus inventarios a 4 o 3 meses.
“En el primer semestre de este 2023, los despachos de prendas de vestir a EE. UU. posiblemente sean similares al de los 6 primeros meses del 2022, pero con el problema que afrontan las grandes marcas, la demanda caería entre 20% y 30% en la segunda mitad del año por la reducción de su capital de trabajo”, explicó.
A pesar de ello, mostró su optimismo, pues, la demanda de los consumidores en ese país se mantiene fuerte, sobre todo porque, según el indicador Household –mide el gasto de una persona en hogar, viajes y ropa–, el nivel de consumo es de 9% en la actualidad cuando lo normal es 7%. “Esto significa que un estadounidense destina el 9% de sus ingresos mensuales en mejorar su casa, viajar y vestirse”, concluyó.
Fuente: Infórmate Perú.